El futuro de los medios de comunicación en los dispositivos móviles no está en las aplicaciones, pero sí en la Web (The future of media on mobile devices isn't with applications but with the Web)
Lunes, 7 de mayo de 2012
Jason Pontin (editor-jefe y editor de
Technology Review)
http://www.technologyreview.com/business/40319/
En el momento en que Apple lanzó el iPad en abril de 2010, apenas cuatro meses después de que Steve Jobs anunció por primera vez sus "mágicas y revolucionarias" máquinas nuevas en San Francisco, a los editores tradicionales les ha embarcado una desilusión colectiva. Ellos creían que los ordenadores móviles con pantallas grandes y coloridas como iPad, iPhone y los dispositivos similares, que utilizan el software Android de Google, les permitiría descansar de sus historias infelices con Internet.
Para los editores cuyos negocios se desarrollaron durante largo tiempo en prensa escrita y en el sector revistas, la expansión de Internet fue tremendamente desconcertante. Internet enseñó a los lectores que podían leer historias cada vez más interesantes y sin cargo, y ofreció a las empresas más eficientes maneras de hacer publicidad. Ambas partes se adaptaron fácilmente. Las tabletas y los teléfonos inteligentes parecían prometer un regreso a días más sencillos pues las réplicas digitales de los periódicos impresos y las revistas (que pueden ser leídos con los navegadores web o con Adobe Acrobat para leer pdfs) nunca gozaron de popularidad entre los lectores.
Las formas de las tabletas y los teléfonos inteligentes eran un poco como una revista o un periódico. ¿No pudieron deleitar los editores a los lectores mediante la entrega de algo parecido a copias digitales, convenientemente mejoradas con características interactivas, que se ejecutaran en aplicaciones para tabletas y teléfonos inteligentes? Argumentaron que las nuevas copias digitales serían mejores porque las aplicaciones se ejecutan “de manera nativa” en el sistema operativo de los dispositivos móviles, como iOS de Apple y, por lo tanto, podían tener las funciones de un software de verdad. (Por el contrario, un sitio web no es más que una serie de páginas HTML y scripts de código que se ejecutan dentro de un navegador).
Para los editores tradicionales, el sistema era atractivo. Perdieron sus cabezas. Uno de los síntomas de la euforia de la industria fue un artículo que anunciaba la edición para iPad. Esta carta escrita en 2010 por los editores de la revista
The New Yorker fue un inusual aliento: "...Esta última tecnología… proporciona el mejor material en la época más avanzada de la velocidad y capacidad digital. Tiene todo lo que tiene la edición impresa y más: dibujos animados adicionales, fotografías extras, vídeos, audio de escritores y poetas que leen su obra…
Los editores creyeron que entregaban un producto único, similar a un periódico o una revista, que podrían cobrar a los lectores por la venta de una sola copia e, incluso, realizar suscripciones, reeducar al público diciéndoles que las publicaciones eran buenos productos por las cuales tenían que pagar. Ellos se dejaron convencer de que la producción de contenido editorial para las aplicaciones y el desarrollo de estas mismas sería sencillo. Los proveedores de software como Adobe prometieron que los editores podrían fácilmente transferir los contenidos creados para papel a través de Adobe InDesign e InCopy directamente a las aplicaciones.
Los editores también creyeron que la vieja economía de la publicidad impresa podía ser revivida. La Audit Bureau of Circulations (ABC), la organización de la industria que audita la circulación y audiencia para revistas y periódicos de todo el mundo, prometió que consideraría las copias dentro de las aplicaciones en el cálculo rate base, (la medida de la circulación total de las publicaciones), incluyendo suscripción y venta en quiosco. Rate base había sido la medida para el establecimiento de las tarifas de publicidad antes de la aparición de las keywords (palabras clave) y los banners, los cuales se miden en miles de clics e impresiones totales de anuncios. La publicidad es el negocio real de los medios de comunicación, pero los editores tradicionales no podían competir con Google y las empresas de los nuevos medios para la venta de anuncios digitales. Las aplicaciones deberían irrumpir en esta caída, volviendo los medios de comunicación a su propia estructura histórica: las editoriales podrían vender versiones digitales de los mismos anuncios que aparecieron en sus publicaciones impresas (tal vez con un margen de beneficio diferente si tenían elementos interactivos), valorados con la vieja medida de la rate base.
Por todo esto, la desilusión era clara, pero yo sucumbí. Nunca creí que las aplicaciones debían irrumpir en mi industria, pero sentí que algunos lectores querían una copia digital de bonito diseño en sus dispositivos móviles. De esta manera creamos aplicaciones iOS y Android; cualquiera podía leer nuestras noticias diarias y ver nuestros videos, y la gente podía pagar para ver las copias digitales de la revista. Pusimos en marcha las plataformas en enero de 2011. Presupuesté (de manera conservadora) menos de 125.000 $ en ingresos en el primer año. Eso significaba menos de 5.000 suscripciones y un puñado de ventas de una sola copia. Fácil, pensé.
Al Igual que todos los editores, yo estaba decepcionado. ¿Que salió mal? Todo.
Apple exigió un 30 por ciento en todas las ventas por copia a través de su tienda iTunes. Muchos respondieron al no vender una sola copia de sus revistas. Por otra parte, durante un año después del lanzamiento de la iPad, Apple no podía encontrar la manera de vender suscripciones a través de iTunes de una manera que satisfaciera a la ABC, que requiere que los editores graben el "cumplimiento" de información acerca de los suscriptores. Cuando Apple finalmente resolvió el problema de las suscripciones de iPad en iTunes, volvió a solicitar su participación del 30 por ciento. Desde junio del año pasado, Apple no permitía a los editores cumplir con las suscripciones a través de sus propias páginas web, pero el mecanismo no podía coincidir con iTunes para facilitar su uso, y la mayoría de los lectores no podían ser “molestados” para entenderlo. Y mientras que Google era más razonable en sus términos, nunca Android surgió como una alternativa al iPad: hoy en día, la mayoría de las tabletas son máquinas de Apple.
Hubo otras dificultades. No fue sencillo el adaptar las publicaciones impresas a aplicaciones. Una gran parte del problema fue la relación con las tabletas: poseían un diseño vertical y horizontal, dependiendo de cómo el usuario visualizara el dispositivo. Entonces, también, las pantallas de los teléfonos inteligentes eran mucho más pequeñas. De manera absurda, muchos editores terminaron produciendo seis versiones diferentes de su producto editorial: una publicación impresa, una réplica digital convencional para navegadores web y software propietario, una réplica digital para la visualización vertical (landscape), algo que no era del todo una copia digital para la visualización horizontal (portrait), una especie de truco para los teléfonos inteligentes y páginas HTML ordinarias para sus sitios web. El desarrollo de software de aplicaciones fue mucho más difícil de lo que los editores se habían creído, debido a que fue necesario contratar a desarrolladores web que conocieran tecnologías como HTML, CSS y JavaScript. Los editores se sorprendieron al enterarse de que las aplicaciones de iPad estuvieran escritas en su mayoría en un lenguaje llamado Objective-C, que nadie en sus departamentos conocía. Los editores reaccionaron por la externalización del desarrollo de las aplicaciones, que fue caro, consumía tiempo y estaban fuera del presupuesto.
Pero el problema real con las aplicaciones fue más profundo. Cuando la gente lee noticias y reportajes sobre los medios de comunicación electrónicos, esperan que las historias tengan los links necesarios, pero las historias en las aplicaciones no son realmente linkables. Las aplicaciones fueron, en la jerga de la tecnología de la información, "jardines amurallados", y aunque a veces eran hermosos, eran pequeños jardines ahogados.
Sin suscriptores o muchos compradores de una copia digital, y sin audiencias para venderlo a los anunciantes, no hubo ingresos (retorno) para compensar los costos incrementales del desarrollo de las aplicaciones. Con un par de excepciones, los editores mostraron su decepción con las aplicaciones. La excepción más comúnmente citada es la revista Condé Nast, que vio cómo sus ventas digitales aumentaban en un 268 por ciento el año pasado después de que Apple presentara una aplicación para iPad llamada Newstand que promovió las ediciones de la publicación para iPad. Sin embargo, incluso el 268% de crecimiento no puede decir mucho de las cifras totales o sobre el total de lectores. Por ejemplo, Wired, el más digital de los títulos de Condé Nast, tiene 33.237 suscripciones de réplica digital, lo que representa sólo un 4,1 por ciento de la circulación total, y 7.004 las ventas digitales de copia única, que es un 0,8 por ciento de la circulación pagada, según ABC.
Hoy en día, la mayoría de los propietarios de dispositivos móviles leen noticias y artículos en los sitios web de los editores, que a menudo han sido codificados para detectar y adaptarse a pantallas más pequeñas, si bien usan aplicaciones, éstas son lectores de RSS como el Kindle de Amazon, Google Reader, Flipboard, y otras aplicaciones de los periódicos como The Guardian, que recoge los contenidos editoriales de los sitios de los editores. Un reciente estudio de Nielsen informó que mientras que el 33 por ciento de los usuarios de las tabletas y teléfonos inteligentes han descargado las aplicaciones de noticias en los últimos 30 días, sólo el 19 por ciento de los usuarios habían pagado por algo de ellos.
La historia reciente del Financial Times, es instructiva. En junio pasado, la empresa retiró su aplicación para el iPad y para el iPhone desde iTunes y ha lanzado una nueva versión de su página web escrita en HTML5, la cual puede optimizar el sitio según el dispositivo lector que se está usando y proporcionar muchas características y funciones. Durante unos meses, el Financial Times siguió prestando apoyo a la aplicación, pero el 1 de mayo el periódico eligió apartarlo del todo.
Y Technology Review? Hemos vendido 353 suscripciones a través de la iPad. Nunca descubriremos la manera de evitar la necesidad de diseñar versiones horizontales y verticales de la aplicación de la revista. Hemos perdido 124.000 dólares en el desarrollo de software externalizado. Nos peleamos y hubo gente que dejó la compañía. Odiaba cada momento de nuestra experiencia con las aplicaciones, ya que trató de imponer algo cerrado y viejo, en algo abierto, nuevo, y digital.
El otoño pasado, nosotros movimos todo el contenido editorial en nuestras aplicaciones, incluyendo la revista, dentro de un simple feed RSS en un río de noticias. Tiramos la copia digital. Ahora estamos rediseñando Technologyreview.com y vamos a seguir el Financial Times con el uso de HTML5, por lo que el lector podrá ver las páginas web optimizadas para cualquier dispositivo, ya sea un ordenador de sobremesa o portátil, un tableta o un teléfono inteligente.